LAS Y LOS FRENTEAMPLISTAS MERECEMOS RESPETO
El presidente Lacalle declaró al medio argentino “La Nación” “(…) nos cuesta relacionarnos con el Frente Amplio porque es muy difícil saber qué es el Frente Amplio y quién es el Frente Amplio”.
Lacalle señaló que desde su punto de vista “(el FA) tiene una vocación muy fuerte de oponerse al gobierno”. Reconoció que una de las funciones de la oposición es justamente estar en contra del gobierno, pero que la fuerza de izquierda lo hace con “irracionalidad”.
Queremos decirlo con toda claridad: consideramos que estas declaraciones fueron muy desafortunadas. ¿No sería acaso un atrevimiento y una falta de respeto referirse así – por ejemplo- al Partido Nacional? ¿No sería irrespetuoso preguntar quién es el Partido Nacional? Desconocer la historia de nuestros partidos políticos es una muestra de politiquería menor. Lo sería en cualquier hipótesis, pero es doblemente grave si proviene de quien ostenta, democráticamente, la investidura presidencial.
El presidente, que tantas veces reclamó de sus antecesores estatura de estadista y altura para trascender las rencillas partidarias, debería ser el primero en dar el ejemplo.
Estas declaraciones fueron hechas el mismo día que el Senado creó una comisión especial para el seguimiento de la pandemia, ocasión en que legisladores de todos los partidos reivindicaron el diálogo como pilar de la construcción democrática. Es difícil conciliar las intervenciones que se oyeron en el Palacio Legislativo por parte de senadores oficialistas, quienes enfatizaron el valor del debate colectivo, con los dichos del presidente. Más difícil es inscribir sus palabras en el marco de su discurso del 2 de marzo en la Asamblea General cuando expresaba: “(….).todos acá, con nuestras diferencias, nuestros matices y nuestras agendas; todos queremos lo mejor para el país. El gobierno tiene vocación de dialogo con los distintos partidos políticos… (…)Cuidemos todos nosotros a nuestro gran país”; o en su valoración democrática exaltada en su discurso inaugural el 1° de marzo de 2020 ante la flamante Asamblea General: ” (…) En estos 35 años tres partidos políticos se han sucedido en el ejercicio del Poder Ejecutivo y la Constitución ha tenido plena vigencia. Hemos sido reconocidos como una de las democracias más plenas del mundo. Somos herederos de una larga historia y tenemos la responsabilidad de cuidarla y continuarla. Nosotros somos una gran nación, construida por mucha gente, de muchas ideologías. Somos conscientes de esto y por eso sentimos una enorme responsabilidad sobre nuestros hombros”.
Lamentamos profundamente estas inconsistencias, por lo que representan y por cuanto ponen en cuestión todo cuanto se ha sostenido.
Para profundizar en las discrepancias con sus dichos, recordemos que en la referida entrevista, Lacalle agrega que su gobierno “ha recibido la central sindical cuatro o cinco veces”, contrabandeando la idea que recibir al PIT-CNT es sinónimo de recibir al FA. Otra perla de politiquería menor que ha invocado en otras ocasiones cuando desde la oposición se le ha demandado el diálogo al que se comprometió. “Empastar” de esa forma los roles y los ámbitos no se corresponde con su investidura. El presidente sigue en campaña permanente
¿Qué somos? ¿Quiénes somos?
El Frente Amplio es la mayor fuerza política del país. Su trayectoria es una historia de lucha por la democracia, la libertad y el bienestar del pueblo uruguayo.
Corresponde recordarle al Sr. presidente que el FA cumplió 50 años de vida, en los cuales ha sido factor fundamental en la consolidación democrática. Es gravísimo que desde su investidura ignore a casi la mitad de la población, a los frenteamplistas que sostienen la llama cada día en su comité de base, en su militancia social, sindical, estudiantil. A quienes entregaron su vida y sus mejores años para traernos hasta acá.
El FA tiene organismos consignados en su estructura y sus estatutos. Sus autoridades, electas democráticamente, sintetizan la riqueza de su unidad en la diversidad y dan cuenta de una experiencia única en el Uruguay, que amalgama la coalición y el movimiento. Desconocerlas es, deliberadamente, menospreciarlas.
Esta fuerza política que Lacalle desvaloriza es la misma que en marzo de 2020 se acercó al edificio de Presidencia de la República y tendió la mano para trabajar juntos contra la pandemia. Ofreció colaboración y acercó propuestas concretas.
Paralelamente, a nivel parlamentario, hemos contribuido y viabilizado fórmulas y respuestas, muy lejos de poner palos en la rueda. Apoyamos prácticamente todas las iniciativas que se remitieron en el marco de la pandemia; muchas veces contando con escasas horas para su estudio. En los casos en que no acompañamos, siempre, sin excepciones, propusimos alternativas que – a nuestro juicio- mejoraban lo propuesto.
Llevamos meses reclamando un ámbito de seguimiento de la pandemia, un espacio de diálogo multipartidario. Esta demanda que hoy explicita hasta el propio Julio María Sanguinetti fue planteada por el FA en noviembre de 2020. Hace pocos días finalmente se creó una comisión especial en el Senado; deseamos que ojalá la coalición la convoque a la brevedad.
Además de aportar en la órbita legislativa, el FA ha contribuido a disminuir la movilidad, adoptando la virtualidad para todas sus instancias partidarias. Postergamos el Congreso Nacional del FA y nuestras elecciones internas. Pusimos en pausa la campaña de recolección de firmas para habilitar el referéndum contra 135 artículos de la LUC. Hemos reivindicado desde el “día uno” el papel de la comunidad científica, adhiriendo plenamente a la constitución del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), respaldando su asesoramiento, hasta más de cuanto lo incorpora el propio Poder Ejecutivo. Hemos convocado insistentemente al cuidado individual y a vacunarnos, predicando con el ejemplo en cada caso.
Ese es el Frente Amplio; por ello es una desconsideración y un verdadero atrevimiento pretender “ningunearlo” de un modo tan agraviante.
Hacia el futuro
Aprendimos con el Gral. Seregni a tener los ojos en la mañana siguiente.
Nuestra fuerza representa a la mitad de la ciudadanía y constituye la principal colectividad política del Uruguay. En ese lugar la ha puesto la gente, elección tras elección. Semejante condición nos exige trascender esta pirotecnia política menor y elevar la mira.
Eso no quiere decir que dejemos de hacer los señalamientos que corresponden cuando los autodenominados “inquilinos del poder” intentan soslayar nuestra historia y nuestra gravitación en la coyuntura actual.
Dicho esto, el FA continuará trabajando por encima de estas provocaciones. Nuestra tarea seguirá siendo, como hasta ahora, buscar alternativas que atenúen las terribles consecuencias de la crisis sanitaria, económica y social, tan llena de necesidades, como carente de respuestas.