Nos tiene que dar la nafta
Lo sagrado no es ANCAP ni la nafta ni el gasoil. Lo sagrado es el trabajo y el pan.
Los combustibles son un medio. Son energía que explica la posibilidad de la producción, pero también su competitividad. Los combustibles son eso: combustibles. No son un fin en sí mismo. No son estratégicos. Lo estratégico son los fines de producción y empleo que deben servir. Estratégico es que la gente pueda producir, trabajar, alimentarse. No sigamos alimentando falsedades que nos resultan demasiado caras. Seguimos repitiendo como loros verdades que no lo son. Decir que refinar es estratégico en un país que no produce petróleo parece no tener mucho sentido. Si te quieren desabastecer te desabastecen de petróleo. Es tiempo de pensar y de actuar. Es tiempo de decisiones serenas y valientes. Es tiempo de ubicar las cosas en su lugar. Lo sagrado no es ANCAP ni la nafta ni el gasoil. Lo sagrado es el trabajo y el pan. ANCAP es una gran herramienta que tiene el Uruguay. Pero manda el Uruguay y mandan los uruguayos.
La tierra del Uruguay al este de la ruta 5 no se planta salvo en condiciones excepcionales de precios de los productos agropecuarios en los mercados mundiales. La razón de que no se plante está en que los números no dan. Cuando incorporamos los costos de sembrar, de regar, de los fletes, de la operativa portuaria, la decisión es no plantar. El riego y la operativa portuaria cuestan a todos lo mismo. Con los costos financieros sucede lo mismo. El que clasifica el territorio es el combustible. En este caso el del flete. Plantar cuesta lo mismo en todos lados. Los suelos explican concentraciones, pero no este radical determinismo territorial. Hay muy buenos suelos en zonas que no se plantan. La existencia de técnicos tampoco explica el fenómeno. Si les conviene se movilizan. La gente del este de la Ruta 5 no es perezosa, ni tiene aversión al riesgo, ni nació con las costillas paradas que le impidan agacharse. No planta porque no da y no da por los costos. El flete de Cerro Largo a Nueva Palmira es más caro que de Nueva Palmira a la China. Algo peor todavía: el flete del Paraguay a Nueva Palmira es menor que el de atravesar este pequeño país.
Cuando la tierra se planta somos todos felices. Hay trabajo y hay inteligencia. Hay consumo. Hay nuevos servicios para la producción y para la vida misma. Los técnicos que llegan aportan inteligencia y nuevos desafíos, pero además demandan nuevos servicios educativos, gastronómicos, inmobiliarios, de comunicaciones, de información. Cuando la tierra se planta se mueven las plantadoras y las cosechadoras, las pulverizadoras y los camiones, las barracas y los talleres. Se mueven los laboratorios y las fábricas de bolsas y las imprentas. Se mueven los servicios administrativos, los financieros y los puertos. Plantar la tierra es la diferencia entre el Uruguay feliz y el Uruguay de las caras largas.
Con valentía, el presidente envió en el Proyecto de la LUC un artículo para la desmonopolización de los combustibles. Era consciente de que el desarrollismo de unos y el estatismo de otros iba a impedir una solución en ese sentido. Pero debía desatar el debate. Poner estas cuestiones encima de la mesa. El artículo se fue y volvió. Se generó el debate y se acordó por unanimidad un proceso. Se acordó estudiar el asunto en determinados plazos. Se acordó estudiar los costos de producir y su comparación con los de importar. Se internalizó la idea del Precio de Paridad de Importación. Labat fue fundamental en el aporte. Adrián Peña tomó el tema con compromiso. Del otro lado Cosse ayudó al acuerdo. Los blancos ayudamos todos. Es que nosotros no creemos en el dios ANCAP, ni en el dios Estado. Somos libres. No estamos atados a ninguna receta sagrada. Lo único sagrado es que el Uruguay plante la tierra. Toda su tierra y en cualquiera de sus rincones.
El Ministro Paganini la tiene clara. Ha sido un aporte de inteligencia y equilibrio. Tiene visión amplia. Es innovador sin ser snobista. Distingue lo sustantivo. No se encierra en viejas verdades. Tiene cabeza abierta y buen sentido. Avanza con firmeza y sin estridencias. En esta cuestión no demoró en poner encima de la mesa los aspectos que debe abarcar el debate. Los costos de producir en la refinería propia. Los de paridad de importación. Los mecanismos de formación de los precios de los combustibles. La participación de los biocombustibles. Los costos de los biocombustibles y su contribución a la mezcla. Los costos de la distribución. Los impuestos que están dentro del precio. Los subsidios al transporte de pasajeros. Todo encima de la mesa. La discusión abierta. La decisión en manos de un Uruguay que debe pensar y debe elegir.
5,22 pesos de diferencia entre el precio a la salida de planta en la Refinería de ANCAP y el Precio de Paridad de Importación en el litro de gasoil es demasiada plata. Es que la Refinería hace lo que dice su receta de producción sin reparar en el costo de cada subproceso. Parte del concepto de que en el Uruguay la refinación del combustible es estratégica. El Uruguay es soberano si refina y si no refina no lo es. Lo sustantivo es refinar. El costo no es el problema. Así el costo cueste lo que cuesta. Así cueste los brazos caídos del resto del Uruguay. ANCAP debe refinar porque refinar es estratégico. ANCAP debe refinar porque ANCAP es el Estado y tocar al Estado es tocar al Uruguay. En la caída del producto y el empleo sectorial está la medida de esos errores conceptuales enumerados.
El mecanismo de formación de los precios de los combustibles es tan simple como absurdo. El precio se forma por la simple agregación de los costos de las diferentes partes del proceso. Se da por buena esa sumatoria. Se pone al país de prisionero de una lógica. No dudamos en la honorabilidad de los técnicos y funcionarios. No se nos pasa por la cabeza cuestionar su responsabilidad. Lo que cuestionamos es el mecanismo. Debe existir una exigencia de llegar a la mejor marca de eficiencia en cada paso del proceso. Una constante revisión de procesos y costos. El benchmarking aplicado de modo permanente. La comparación con la paridad de importación debe ser acicatear el combate a las ineficiencias. La ineficiencia en la producción de combustibles se traslada a falta de competitividad. La falta de competitividad mata el empleo.
Lo de los biocombustibles es un capítulo aparte. La obligación de mezclar encarece. También es cierto que incentiva la plantación. Habría que hacer finos cálculos. Hay que comparar los beneficios de las nuevas plantaciones contra las que inhibe el sobrecosto generado. Hay que incorporar las externalidades positivas en lo ambiental y de ahorros de costos de mantenimiento que se generan. Lo otro es que hay que cuestionar por qué se autoriza un solo proceso que es el de ALUR. Cuál es la razón por la que no se da participación a los privados a la hora de producir. Se nos señala que no se puede introducir cualquier cosa a la mezcla. Se nos señala que el producto debe ser el mismo cada día. Es obvio. Pero no comprendemos qué tiene que ver eso con que la elaboración aceptada sea sólo la de un oferente cuasi público. Se pueden establecer parámetros de calidad y composición exigidos, y recibir sólo el biocombustible del que presente la calidad marcada. Se puede ganar mucho en ese sentido.
El sistema de distribución genera otro debate obligado. Los estacioneros son imprescindibles. Aportan la llegada del combustible a cada rincón. Se pueden analizar márgenes obviamente. Eso corresponde siempre. Mas aun en un sistema que asegura un precio nacional único con independencia de la distancia a planta. Hay que analizar la pertinencia de la existencia de DUCSA. Tal vez corresponda más el análisis de la pertinencia de sus márgenes. Asuntos delicados que deben ser encarados con espíritu constructivo. La limitación en el número de estaciones por sello. Los acuerdos mayoristas. Temas que deben ponerse encima de la mesa aunque no sean cómodos.
El país también tiene que discutir la pertinencia de que en el precio de combustibles se incorporen los subsidios al transporte público de pasajeros y los impuestos que allí son fijados. El subsidio al transporte de pasajeros parece pertinente. Tiene una función social. Aporta en lo ambiental al disminuir la presencia de vehículos. Abarata el costo del factor trabajo, con lo que favorece su empleo. Si abarata un factor, aporta a la competitividad. Ayuda al futuro a través de los estudiantes. Un alto porcentaje se termina volcando a inversiones. Ha mejorado la flota de las empresas hasta el lujo. Todo positivo. La duda es si debe salir del precio del combustible. Los tributos son necesarios. No lo podemos desconocer. Debemos sacar la cuenta de cuanta producción inhibe el cobrar el tributo ex-ante. No tengo dudas de que es bastante más eficiente para la economía que la recaudación se consiga con la mayor recaudación devenida de la mayor producción. No es un cálculo complicado.
Está el debate planteado. También lo está algún mecanismo inteligente como el de la fijación de una franja con precios máximos y mínimos, con el objetivo de amortiguar subas y bajas a través de un fondo de reserva. El país tiene la obligación moral de no seguir postergando la decisión.
Los precios del gasoil bajaron en Uruguay. Cuando se ajustaron todos los precios y tarifas, el gasoil mantuvo su precio incambiado. Esto es una baja. La inflación general no se reflejó en el precio. En el mundo subió el precio del petróleo. El dólar se valorizó. Igual ANCAP aguantó el precio del gasoil. En Argentina el incremento ha sido del 40% en los últimos 6 meses. En Brasil el crecimiento de los precios ha sido impactante. Seguramente la presencia en bolsa de Petrobras le obligue. Con YPF sucede lo mismo. Estados Unidos dio mayores transferencias a su población y paralelamente emitió bonos para la regulación monetaria con el fin de evitar el aumento de la cantidad de dinero en la economía. La buena tasa ofrecida generó apreciación del dólar. Uruguay aguantó. No sé cuánto más se podrá resistir. Si me consta cuánto se ha ayudado con esta resistencia en tiempos de cosecha y transporte intensivo.
Sólo pedimos una discusión en base a los números. Despojada de preconceptos ideológicos. Las ideologías no nos pueden robar el trabajo. Es cierto que hay que tener una mirada a largo plazo. Abarcativa de las diferentes situaciones que se producen con un commodity que presenta tan altas variaciones de precios. Abarcativa de aspectos técnicos. De cuestiones de escala. De política comercial. Todo en discusión abierta. Incluso el destino de una Empresa como ANCAP que es en sí misma una estructura organizacional de enorme valía que el Uruguay no debe poner en riesgo. Hay que sopesar costos hundidos. Financiamientos. Alternativas en lo tecnológico. Apertura de la empresa a la participación de capitales, sopesando los beneficios de la inversión, controles, ganancia de eficiencias contra lógicas pérdidas de autonomías. Todo. Absolutamente todo. Eso sí. Que nadie se olvide que lo sagrado no es el combustible ni el Estado. Lo único sagrado es el trabajo y la producción.